Teoría, Crítica e Historia

Pedro J. Chamizo Domínguez

 

La función social y cognitiva del eufemismo
y del disfemismo
*

Resumen: Desde la publicación de la obra clásica de G. Lakoff y M. Johnson, Metaphors We Live By,[1] se asume comúnmente en la lingüística (cognitiva) que la mayoría de las metáforas forman parte íntegra de redes conceptuales y que nuestro pensamiento y nuestro obrar están estructurados por tales metáforas. Esto es, que “vivimos de” metáforas. Sin embargo esta tesis aún no se ha aplicado sistemáticamente al estudio de los eufemismos y de los disfemismos. De ahí que el primer objetivo de este trabajo sea el de mostrar cómo muchos eufemismos también se estructuran y se integran en redes conceptuales y que también “vivimos de” eufemismos y disfemismos. Pero, además, eufemismos y disfemismos llevan a cabo una serie de funciones sociales y cognitivas que las propias metáforas no llevan a cabo. Por ello, el segundo objetivo de este trabajo será el de mostrar cómo llevan a cabo estas funciones los eufemismos y disfemismos.

 

 1. Eufemismo y disfemismo son clases especiales de metáforas

 1. Si damos por bueno que la metáfora «consiste en dar a una cosa el nombre que pertenece a otra» (Aristóteles, Poética, 1457b),[2] que «conlleva característicamente una falsedad categorial» (Grice, 1989: 34), que se define como la transferencia de una estructura desde un dominio conceptual (el dominio fuente) a otro (el dominio término) (Lakoff y Johnson, 1980), y si descubrimos que todas estas características se pueden aplicar también a los eufemismos y a los disfemismos, entonces eufemismos y disfemismos podrían ser considerados como metáforas o, al menos, como un caso especial de metáfora (Bolinger, 1982: 149). Si ello es así, se podría decir sobre los eufemismos y los disfemismos lo que habitualmente se dice de las metáforas. No obstante, a pesar de la reciente inflación de estudios sobre la metáfora (y las demás figuras del lenguaje) desde el punto de vista lingüístico, filosófico, psicológico, sociológico, etc., los eufemismos han sido estudiados en una menor medida desde esta perspectiva, de modo que las teorías de Lakoff y Johnson se han aplicado muy raramente al estudio del eufemismo y del disfemismo hasta el momento (Pfaff, Gibbs y Johnson, 1997; y Chamizo Domínguez y Sánchez Benedito, 2000).

1.1. Siguiendo a Allan y Burridge (1991: 11), entenderé por eufemismo lo siguiente: «A euphemism is used as an alternative to a dispreferred expression, in order to avoid possible loss of face either one’s own face or, through giving offense, that of the audience, or of some third party.»

1.2. Siguiendo a Allan y Burridge (1991: 26), entenderé por disfemismo lo siguiente: «A dysphemism is an expression with connotations that are offensive either about the denotatum or to the audience, or both, and it is substituted for a neutral or euphemistic expression for just that reason.»

1.3. El que una palabra dada (o una expresión, en su caso) sea sentida por los hablantes como un eufemismo o como un disfemismo no depende de la palabra en sí, sino del contexto, del uso que se haya hecho de dicha palabra o de las intenciones de los hablantes. Los hablantes castellanos estaríamos de acuerdo en que excusado o inodoro son sustitutivos eufemísticos de letrina. No obstante, obsérvese cómo, en un contexto cuartelero, el uso de las palabras excusado o inodoro en lugar de letrina, producirían efectos cognitivos particulares que los harían inadecuados. De modo que, desde el punto de vista lingüístico, lo que se dice de los eufemismos se puede decir también, mutatis mutandis, de los disfemismos.

1.4. De hecho, las fronteras entre los eufemismos y los disfemismos son a veces muy borrosas. De ahí que un eufemismo se pueda convertir en un disfemismo y viceversa (Kröll, 1984: 12),[3] y que muchos autores los incluyan a ambos bajo el neologismo x-femismo. ¿Son el modismo francés faire un bras d’honneur, el italiano fare l’ombrello y el español hacer un corte de mangas eufemismos o disfemismos? Obviamente estos tres modismos se podrían considerar expresiones disfemísticas, pero también pueden ser consideradas como expresiones eufemísticas cuando sustituyen a otras expresiones más inconvenientes u obscenas.[4]

 

2. Eufemismo, ambigüedad, polisemia y sinonimia

2. Desde el punto de vista sincrónico una palabra sólo puede funcionar como eufemismo si su interpretación permanece ambigua, esto es, cuando el oyente puede entender una proferencia dada literal y eufemísticamente.[5] Si daños colaterales, por ejemplo, puede funcionar como un eufemismo para muerte/matanza (¿involuntaria?) de civiles o no combatientes es justamente por su carácter ambiguo y polisémico. La ambigüedad, por tanto, es inexcusable cuando queremos expresarnos eufemísticamente (Nerlich y Chamizo Domínguez, 1999; Nerlich y Clarke, 2001). Ello implica lo siguiente:

2.1. Un eufemismo no puede ser reemplazado por ninguna otra palabra y seguir surtiendo los mismos efectos cognitivos, estilísticos, sociales, etc. La razón de ello estriba en la inexistencia de sinónimos estrictos en una lengua natural dada (Casas Gómez, 1999). Es más, lo que hace que, por ejemplo, condón sea el término vitando y profiláctico o preservativo sus sustitutos eufemísticos es precisamente el que no sean sinónimos estrictos.

2.1.1. Un eufemismo no puede ser reemplazado por un término tabú “equivalente”. V.g.: No podemos sustituir profiláctico, goma, preservativo o contraceptivo por condón y esperar conseguir los mismos efectos comunicativos y cognitivos.

2.1.2. Un eufemismo no puede ser sustituido por ningún otro eufemismo. V.g.: No podemos sustituir profiláctico por goma, preservativo o contraceptivo y esperar conseguir los mismos efectos comunicativos y cognitivos.

2.2. Los eufemismos sólo pueden ser detectados en el contexto de una proferencia y su comprensión depende de los conocimientos, gestos, usos sociales y/o creencias de los interlocutores en el intercambio lingüístico.

2.2.1. Muchas veces una palabra no es tabú de ninguna manera, pero se puede convertir en inconveniente o problemática en un contexto dado. En estos casos el recurso al eufemismo lleva a cabo un proceso de “ingeniería semántica” que permite eludir los efectos indeseables de la palabra a la que sustituye. V.g.: El presidente mexicano Juárez concedió a las Hijas de la Caridad el privilegio de usar el uniforme internacional de la orden para burlar la prohibición de la constitución mexicana del uso de hábitos religiosos fuera de los templos, lugares de culto o residencias privadas.

2.2.2. Muchas veces una palabra no es tabú de ninguna manera, pero se puede convertir en disfemística en un contexto dado y funcionar como un disfemismo en este contexto. A diferencia de 2.2.1., en estos casos lo que produce los efectos cognitivos es que la palabra en cuestión no se sustituya por otra, sino que, por el contrario, se emplee abundantemente. V.g.: La palabra miss adquiere un aroma disfemístico en la novela de P. Daninos Les carnets du major W. Marmaduke Thompson debido al carácter agrio y ordenancista del personaje de Miss ffyfth (sic) (Daninos, 1990: 106-118).

2.3. En función del contexto de la proferencia, las creencias o los conocimientos de los participantes en el intercambio lingüístico, los gestos, etc., una determinada proferencia puede ser entendida literal, metafórica, eufemística, disfemística o irónicamente (Chamizo Domínguez y Sánchez Benedito, 1994).

2.4. Cuando el oyente no es cooperativo (o no quiere serlo) desaparece el efecto eufemístico de las proferencias.

2.4.1. El hecho de que algún participante en el intercambio lingüístico no sea cooperativo –porque no pueda o no quiera serlo– e interprete literalmente las proferencias eufemísticas o disfemísticas se explota muy habitualmente en los chistes y en la literatura (Nerlich y Chamizo Domínguez, 1999; Nerlich y Clarke, 2001).

 

3. Los tres estadios en la lexicalización de los eufemismos

3. Desde el punto de vista diacrónico se pueden distinguir tres estadios diferentes en la “vida” de los eufemismos. Éstos serían los siguientes:

3.1. Eufemismo novedoso. Un eufemismo novedoso es aquél que se crea en un momento dado sin que pertenezca a ninguna red conceptual previa y sin que fuera predecible a priori, pero que, sin embargo, es comprendido por los oyentes que conocen el contexto en que se ha creado. V.g.: Con motivo de las manifestaciones del 15 de febrero de 2003 contra la posibilidad de una II Guerra del Golfo, una pancarta parisina rezaba lo siguiente: «Non à la Busherie». Obviamente, utilizar el término Busherie, donde se combinan a la vez el mecanismo de la alusión y el de la aliteración, en lugar de escribir boucherie, tiene unos efectos eufemísticos y jocosos, que no se hubieran conseguido escribiendo lo segundo o tildando directamente a G. Bush de boucher.[6]

3.2. Eufemismo semilexicalizado. Un eufemismo semilexicalizado es aquél que ha entrado a formar parte del acervo de una lengua y es utilizado y comprendido como tal de forma habitual por los hablantes de una lengua, pero en el que es posible aún distinguir el significado literal y el significado eufemístico de un término o de una colocación. V.g.: Doctor para ‘médico’ y, en menor medida, para ‘boticario’ y ‘veterinario’.[7] Igualmente, recuérdese que, todavía en los años 50 y 60, hacer el amor era sinónimo de tirar los tejos o pretender a alguien, pero en la actualidad ese significado está en desuso y hacer el amor es un eufemismo de copular.[8]

3.2.1. Las redes conceptuales se construyen habitualmente con eufemismos semilexicalizados (ver sección 5 más abajo).

3.3. Eufemismos lexicalizados o muertos. Son aquéllos para los que los hablantes han perdido la conciencia de su origen eufemístico porque se ha perdido la conciencia del significado literal original de la palabra en cuestión. V.g.: Es probable que muy pocos hablantes españoles sepan en la actualidad el significado literal de puñeta cuando utilizan los modismos hacer la puñeta o mandar a hacer puñetas. Y también es probable que algo parecido acontezca con moza, doncella y criada para ‘sirvienta’.[9]

3.4. El grado de lexicalización de un eufemismo no es uniforme entre los hablantes de una comunidad lingüística dada. Por ello un término concreto puede ser sentido como eufemístico por algunos hablantes y no por otros, especialmente entre los hablantes de las diversas variedades dialectales de una lengua, los hablantes pertenecientes a diversas generaciones o a diversos grupos intracolegiales.

 

4. Efectos de la lexicalización de los eufemismos

4. Cuando un eufemismo se lexicaliza completamente se suele convertir en un término tabú con mucha frecuencia.

4.1. Cuando un eufemismo se lexicaliza deja de ser ambiguo. Recuérdese a este respecto como el verbo coger se ha convertido en un disfemismo en muchos países iberoamericanos (V.g.: Argentina, México o Venezuela), mientras que, por el contrario, aún puede ser usado como eufemismo en España o Colombia, por ejemplo.

4.2. La lexicalización de los eufemismos es una fuente muy común para la creación de polisemias. V.g.: El adjetivo regular significa ‘normal’, ‘periódico’, ‘de acuerdo con la regla’ o ‘exacto’, pero también tiene un uso eufemístico muy extendido para sustituir a ‘así, así’, o ‘francamente malo’ (Chamizo Domínguez y Nerlich, 2002). Por ello, si un médico informa a su paciente que su salud está “regular”, lo que el paciente entenderá es que sufre alguna enfermedad más o menos grave, pero en ningún caso que su salud es “normal” o “de acuerdo con la regla o norma”.

4.3. Muchas veces el significado original y literal de un eufemismo desaparece hasta el punto de que deja de ser reconocible por los hablantes. V.g.: Cretino, que significaba originalmente ‘cristiano’ en el dialecto suizo del francés, se usó como un eufemismo para ‘estúpido’ o ‘tonto’ y ha perdido totalmente su carácter eufemístico, quizás salvo en contextos psiquiátricos. Igualmente el adjetivo inglés nice (del latín nescius) ha significado sucesivamente ignorant, stupid, foppish, fastidious, precise, balanced, agreeable, pleasant y, finalmente, pleasing (Allan, 2000: 159-160).

4.4. Cuando una palabra deja de funcionar como eufemismo puede usarse para otros fines. V.g.: La palabra inglesa preservative se usó en el siglo XVIII (Kruck, 1981: 18), al igual que se sigue usando actualmente en español, para significar eufemísticamente ‘condón’, pero, una vez que ese uso dejó de ser habitual, esta palabra ha podido ser reciclada para significar en la actualidad ‘conservante’, cosa que no se puede hacer en español y otras muchas lenguas con su cognado.

4.5. Cuando el significado eufemístico de una palabra se lexicaliza y esa palabra se convierte en un término tabú o, al menos, inconveniente, los hablantes necesitan acuñar nuevos eufemismos para poder seguir refiriéndose al objeto en cuestión sin caer en ninguna inconveniencia.[10] V.g.: Los mormones que aún siguen siendo polígamos prefieren utilizar el término plural marriage como sustituto eufemístico de polygamy; y lo mismo ocurre con la palabra española retrete,[11] a pesar de que en su momento fue un eufemismo.

4.6. Cuando el significado eufemístico de una palabra se convierte en tabú y ese significado llega a ser el más habitual (o de primer orden) de la palabra en cuestión, los hablantes tienen que acuñar otro término, que sea neutro, para referirse al objeto no tabú, evitando así cualquier ambigüedad y cualquier asociación inconveniente. V.g.: La palabra polla, en el español de España, difícilmente puede significar ya «gallina nueva, medianamente crecida, que no pone huevos o que hace poco tiempo que ha empezado a ponerlos», como define este término el DRAE en su primera acepción.[12]

 

5. Eufemismos y redes conceptuales

5. Los eufemismos se pueden estudiar del mismo modo en que se estudian las metáforas.

5.1. Al igual que las metáforas, los eufemismos y los disfemismos forman parte de redes conceptuales (Pfaff, Gibbs y Johnson, 1997; y Chamizo Domínguez y Sánchez Benedito, 2000).

5.1.1. Podemos referirnos al morir en términos de viajar, de acuerdo con el eufemismo/disfemismo básico “Morir es VIAJAR”:

5.1.1.1. Morir es liar el petate.

5.1.1.2. Morir es irse al otro barrio.

5.1.1.3. Morir es irse al otro mundo.

5.1.1.4. Morir es irse al cielo.

5.1.1.5. Morir es abandonar este mundo.

5.1.1.6. Morir es irse a la gloria.

5.1.1.7. Morir es hacer el último viaje.

5.1.1.8. Morir es irse al seno de Abrahán.

5.1.2. También solemos referirnos a la muerte en términos de sueño y descanso, de acuerdo con el eufemismo/disfemismo básico “Morir es DORMIR/DESCANSAR”:[13]

5.1.2.1. Morir es descansar en el Señor.

5.1.2.2. Morir es dormir el sueño de los justos.

5.1.2.3. Morir es dormir el sueño eterno.

5.1.2.4. Morir es dormirse en el Señor.

5.1.2.5. Morir es descansar en paz.

5.1.3. Por su parte solemos referirnos a los homosexuales en términos de mujer, de acuerdo con el eufemismo/disfemismo básico “Un homosexual es una MUJER”:

5.1.3.1. Un homosexual es un mariquita.

5.1.3.2. Un homosexual es una maricona.

5.1.3.3. Un homosexual es un maricón.

5.1.3.4. Un homosexual es un mariconazo.

5.1.4. Por su parte solemos referirnos a las prostitutas en términos de animales hembras, de acuerdo con el eufemismo/disfemismo básico “Una prostituta es un ANIMAL HEMBRA”:

5.1.4.1. Una prostituta es una zorra.

5.1.4.2. Una prostituta es una perra.

5.1.4.3. Una prostituta es una pájara.

5.1.4.4. Una prostituta es una (mala) pécora.

5.1.4.5. Una prostituta es una lagarta/lagartona.

5.2. En resumen, al igual que “vivimos de” metáforas, también “vivimos de” eufemismos y de disfemismos.

 

6. Funciones sociales del eufemismo

6. El eufemismo lleva a cabo varias funciones sociales relevantes que difieren de las funciones de las metáforas. Su principal función consiste, obviamente, en poder nombrar un objeto desagradable o los efectos desagradables de un objeto. Pero, además de esta función principal, el eufemismo lleva a cabo otras funciones menores, pues el eufemismo se usa también para:

6.1. Ser cortés o respetuoso V.g.: Mi señora esposa o mi señor esposo para ‘mi mujer’ o ‘mi marido’, respectivamente.[14]

6.2. Elevar la dignidad de una profesión u oficio. V.g.: Barman para ‘camarero’; chef para ‘jefe de cocina’;[15] maître para ‘jefe de camareros’; tripulante de cabina/auxiliar de vuelo para ‘azafata’;[16] doctor para ‘médico’;[17] ingeniero técnico para ‘perito’; etc.

6.2.1. Algunos de los eufemismos citados en 6.2. son préstamos. Los préstamos se utilizan muy frecuentemente como eufemismos, especialmente cuando las palabras que se toman como préstamos proceden de lenguas que se consideran más cultas, refinadas o elegantes (ver Sagarin, 1968: 47-49).

6.3. Dignificar a una persona que sufre alguna enfermedad, minusvalía o situación penosa. V.g.: Ser trisómico del par 21 o padecer/sufrir el síndrome de Down para ‘mongólico’; tercera edad o mayores para ‘viejos’; invidente para ‘ciego’, etc.

6.4. Atenuar una evocación penosa. V.g.: Dormirse en el Señor o exhalar el espíritu para ‘morir’.[18]

6.5. Ser políticamente correcto. V.g.: Países surgentes o tercer mundo para ‘países pobres’.

6.5.1. El llamado “lenguaje políticamente correcto” es básicamente eufemístico.[19]

6.6. Permitir manipular los objetos ideológicamente. V.g.: Nasciturus o embrión para ‘feto’ o ‘criatura’; o interrupción voluntaria del embarazo para ‘aborto’. Parece que está permitido manipular un embrión, pero no un feto.

6.6.1. En función de lo anterior se ha llamado a los eufemismos “palabras corrosivas” (Mitchell, 2001), pero, a pesar de su poder corrosivo, son ineludibles en el lenguaje cotidiano y muchas veces también en los lenguajes especializados, especialmente en el lenguaje de la medicina y la biología.

6.7. Evitar agravios étnicos o sexuales. V.g.: Subsahariano/subsahariana para ‘negro/negra’; caucásico/caucásica para ‘blanco/blanca’; de etnia gitana para ‘gitano/gitana’; gay para ‘hombre homosexual’ o lesbiana para ‘mujer homosexual’.

6.8. Nombrar a un objeto o a una acción tabú. Especialmente objetos tales como:

6.8.1. Dios y la religión, a fin de evitar las blasfemias (ver Allan, 2000: 156-157). V.g.: Diantres para ‘demonios’; ostras para ‘hostias’.

6.8.2. Objetos o acciones sexuales. V.g.: Conocer, pasar la noche con, poseer, tomar, irse a la cama con, salir con, y otros muchos para ‘tener un coito’.

6.8.3. Fluidos corporales o partes del cuerpo. V.g.: Transpirar para ‘sudar’; expectorar para ‘escupir’; tener el mes/la regla para ‘menstruar’; axila para ‘sobaco’; extensiones para ‘postizos’.

6.8.4. Lugares u objetos sucios, peligrosos o temibles. V.g.: La película clásica del oeste titulada El club social de Cheyenne para ‘El burdel de Cheyenne’; camposanto, necrópolis, sacramental o, más modernamente, tanatorio para ‘cementerio’.

6.8.5. La muerte (ver 5.1.1. y 5.1.2.) y las enfermedades. V.g.: hemorroides para ‘almorranas’; cáncer de pecho para ‘cáncer de pulmón’.

 

7. Mecanismos lingüísticos del eufemismo y del disfemismo

7. Los mecanismos lingüísticos para crear eufemismos son muy variados, estando muchos de ellos originados en una figura del lenguaje o en más de una al mismo tiempo (ver Allan, 2000: 164-169; y Casas Gómez, 1986: 97-251).[20] De entre ellos quiero destacar los siguientes:

7.1. Circunlocución. V.g.: Ser económico con las palabras para ‘mentiroso’; crecimiento negativo para ‘pérdidas’; asistenta doméstica para ‘criada’.

7.2. Hipérbole. V.g.: Tiene un amor en cada puerto para ‘es un mujeriego’.

7.3. Metonimia/sinécdoque. V.g.: Sodomía para ‘homosexualidad masculina’; safismo/lesbianismo para ‘homosexualidad femenina’.

7.4. Metáfora. V.g.: Chocho para ‘genitales femeninos’ o ‘vulva’.[21]

7.5. Antonomasia. V.g.: Quijote para ‘soñador’, ‘visionario’ o ‘idealista’; tartarín para ‘fanfarrón’ o ‘fantasmón’.

7.6. Ironía. V.g.: No (muy) católico/católica para ‘enfermo/enferma’, ‘loco/loca’ o ‘tonto/tonta’.[22]

7.7. Meiosis. V.g.: Ligeramente intoxicado para ‘borracho’.

7.8. Aliteración. V.g.: Shakespeare (Merry Wives IV i 42-47) usó focative case para ‘coito’.

7.9. Diminutivo. V.g.: En los anuncios de ropa interior femenina nunca se utiliza la palabra bragas, sino braguitas, justamente por el carácter eufemístico que tienen los diminutivos. Como norma general se puede decir que los diminutivos tienen una función eufemística mientras que los aumentativos tienen una función disfemística.

7.10. Alusión. V.g.: Hijos de la Gran Bretaña para ‘hijos de la gran puta’; cosa, tema, materia, asunto, etc., para ‘órganos sexuales’ o ‘coito’.

7.11. Personificación. V.g.: Onanismo para ‘masturbación’; priapismo para «erección continua y dolorosa del miembro viril, sin apetito venéreo» (DRAE).

7.12. Siglas/abreviaturas. V.g.: T.B.C. para ‘tuberculosis’.

 

8. Consecuencias de la existencia de eufemismos y disfemismos

8. El análisis de cómo y porqué se crean y se usan los eufemismos nos permite revelar un aspecto sobre cómo funciona la imaginación de los hablantes en el contexto social, así como poner de manifiesto los supuestos culturales de los usuarios de una lengua dada.

8.1. La creación y el uso de los eufemismos nos permite mantener viva una lengua y adaptarla a las cambiantes circunstancias sociales e históricas.

8.2. Como fruto de la libérrima imaginación de los hablantes los eufemismos son impredecibles a priori y pueden variar (y de hecho varían muy a menudo) de una lengua a natural a otra.

8.3. Esta imprevisibilidad y esta variación continua son las que dan cuenta del hecho de que una palabra dada pueda ser usada eufemísticamente en una lengua concreta (o en un dialecto dentro de una lengua) mientras que no lo pueda ser en otra lengua (o en otro dialecto de una lengua determinada).

8.3.1. Así, el equivalente español para el significado eufemístico de la palabra inglesa dish[23] sería asignificativo. Por ello, si queremos significar eufemísticamente en español lo mismo que significa la palabra inglesa dish, debemos utilizar una circunlocución como está de toma pan y moja, por ejemplo.

8.3.2. Y lo mismo acontece en los diferentes dialectos de una lengua concreta (ver Allan y Burridge, 1991: 90). V.g.: El significado disfemístico de tortillera sería incomprendido en México, donde esa palabra sólo significa “la que hace o vende tortillas”.

8.3.3. El hecho de que el significado literal de un significante sea equivalente en dos o más lenguas naturales dadas, pero que no ocurra así con sus significados eufemísticos o disfemísticos es de suma importancia para la faena de traducir; de modo que, cuando el traductor no repara en estos detalles, la traducción resultante puede ser malentendida o carecer de sentido. V.g.: Aunque los significados literales de bird y ‘pájaro/pájara’ coincidan en gran medida, sus significados translaticios son muy distintos.[24] Igualmente, aunque el término francés phoque significa literalmente ‘foca’, su significado translaticio es el de ‘homosexual masculino’, mientras que el significado translaticio del término español es el de ‘persona obesa’.

8.4. Los eufemismos están insertos en una tradición cultural, que es compartida por los hablantes de una lengua determinada o por los hablantes de más de una.

8.5. Si no se comparte esta tradición cultural, los malentendidos surgen a menudo.

8.6. Muchos falsos amigos surgen precisamente del hecho de que una palabra dada funcione eufemísticamente en una lengua natural dada mientras que no funcione del mismo modo en otra lengua natural dada (Chamizo Domínguez y Nerlich, 2002).

 

9. Eufemismo y silencio

9. Finalmente, y puesto que he utilizado en este trabajo el aparato formal del Tractatus, de Wittgenstein, lo terminaré glosando y haciendo un uso ad hoc de la unidad fraseológica[25] en la que se ha convertido el epígrafe final de dicha obra (2002: epígrafe 7): «De lo que no se puede hablar eufemísticamente, hay que callar la boca».

 

10. Conclusión

Los eufemismos y los disfemismos comparten muchas características comunes con las metáforas, pero los primeros llevan a cabo funciones cognitivas y sociales distintas de las que llevan a cabo las segundas en el discurso. De ahí que el estudio de los eufemismos y de los disfemismos deba entrar a formar parte íntegra de la lingüística cognitiva y del análisis del discurso en igualdad de condiciones que el estudio de la metáfora, la metonimia y el resto de las tradicionales figuras del lenguaje.

 

Referencias bibliográficas

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Notas

* Una versión inglesa previa de este trabajo fue presentada en forma de póster, con el título de «Some Theses on Euphemisms and Dysphemisms», en el congreso Mind, language and metaphor: Euroconference on consciousness and the imagination, celebrado en Kerkrade (Holanda) del 20 al 24 de abril de 2002. La versión inglesa ha sido enviada para su publicación a la revista Studia Anglica Resoviensia, y aparecerá publicada en breve en el número 7 de esta revista.

[1] La traducción española del título de esta obra (Lakoff y Johnson, 1986) es Metáforas de la vida cotidiana. No obstante creo que hubiera sido más acertado traducir ese título como Las metáforas de las que vivimos, lo cual recogería mejor, en mi opinión, lo mismo la literalidad del título que su contenido doctrinal; amén de ser una colocación análoga a las de “vivir del propio trabajo”, “vivir de ilusiones”, “vivir del cuento”, “vivir del aire”, “vivir de quimeras”, etc.

[2] El contexto de esta afirmación (Aristóteles, 1974) es el siguiente: «La metáfora consiste en dar a una cosa un nombre que también pertenece a otra, la transferencia puede ser de género a especie, o de una especie a género, o de especie a especie, o con fundamento en una analogía».

[3] Lo más habitual es que el significado eufemístico de un término se convierta en un significado disfemístico cuando el primero se lexicaliza y se hace común para el término en cuestión, pero también se pueden encontrar ejemplos del proceso inverso, como es el caso al que se aludirá más abajo en 4.3.

[4] En función de esto no especificaré normalmente en los diversos ejemplos si se trata de un eufemismo o de un disfemismo, dando por supuesto que el lector es capaz de distinguir un eufemismo de un disfemismo apelando a su competencia lingüística.

[5] Excepcionalmente los términos técnicos que se usan como sustitutivos eufemísticos de los correspondientes términos del lenguaje ordinario no suelen ser ambiguos. En estos casos el efecto eufemístico se produce en razón de la ignorancia de los hablantes normales de la etimología de estos términos y en razón del prestigio de que goza la jerga técnica en la que son usados.

[6] Para ilustrar el hecho de lo imprevisible que puede ser la creación de un eufemismo novedoso, quiero citar el caso de del término inglés discussing Uganda o Ugandan affairs para ‘tener un coito’, cuyo origen lo explica el OED recurriendo a la siguiente cita: «Times 7 Sept. 11/2. Amin’s most spectacular accusation was that (Princess) Elizabeth (of Toro) had made love to a Frenchman at Orly Airport. It was a strange charge (...) but one that nevertheless received worldwide publicity and gave rise to the phrase ‘Ugandan practices’.»

[7] Obsérvese que, aunque el significante doctor ha alcanzado un alto grado de lexicalización para el significado de ‘médico’ y, de hecho, es una palabra polisémica, aún somos conscientes de su significado de primer orden y por ello podemos aseverar cosas como “Ni todos los doctores son médicos, ni todos los médicos doctores”. Por lo demás, esta polisemia se ha explotado incluso para efectos jurídicos. Hace no muchos años fue denunciado un practicante de Marbella por ejercer la medicina sin tener el título de licenciado en medicina y cirugía. Cuando se celebró el juicio, el abogado defensor (Juan María Bandrés, si la memoria no me falla) del practicante en cuestión, sin negar que su defendido había practicado la medicina, montó la defensa argumentando que su cliente se anunciaba con el título de doctor y que no era menos cierto que la mayoría de los médicos también se anunciaban como doctores cuando en realidad tampoco lo eran.

[8] Lo mismo se puede decir para el inglés make love (ver McDonald, 1988: 88).

[9] Lo mismo se puede decir para el inglés maid, cuyo significado literal es ‘doncella’ (ver Kleparski, 1997). Por lo demás, si en México se puede utilizar el término aeromoza para significar ‘tripulante de cabina/auxiliar de vuelo’, es porque el significado de primer orden de moza en la actualidad no es ya el de ‘virgen’ o ‘soltera’, sino el de ‘sirvienta’ o ‘criada’. En caso contrario sería de esperar que las mujeres casadas no pudieran trabajar como auxiliares de vuelo/tripulantes de cabina.

[10] Recuérdese cómo en inglés se sustituyeron en un principio las palabras Negro/nigger por black, en un segundo momento por coloured (person) y, en un tercer momento, por Afro-American. Ahora bien ¿cuánto tiempo tardará Afro-American en convertirse también en una palabra inconveniente, disfemística o políticamente incorrecta?

[11] Lo mismo ocurre con la palabra inglesa equivalente, bathroom (Sagarin, 1968: 69-71).

[12] Lo mismo acontece con otros términos zoosémicos en inglés, donde, especialmente en su variedad norteamericana, el término ass se ha convertido en una palabra vitanda para designar al asno y por ello es sustituido frecuentemente por donkey, al igual que, para ‘gallo’, se prefiere el término rooster y no el término cock.

[13] El uso eufemístico del dominio del sueño para hablar del dominio de la muerte es también sumamente frecuente en otras lenguas. Recuérdese, a título de ejemplo, que cementerio fue originalmente un eufemismo en griego, pues lo que significaba literalmente era ‘dormitorio’.

[14] En la actualidad los profesores K. Allan y K. Burridge están trabajando en un nuevo libro cuyo título provisional es Taboo and the Censoring of Language  en el que, entre otros temas, tocan este punto. Los borradores de este trabajo pueden encontrarse en internet en  http://www.arts.monash.edu/ling/spec/tcl/.

[15] Obsérvese que chef y jefe son etimológicamente la misma palabra, pues ambas proceden del latín caput por vía del francés. De modo que las diferencias semánticas entre ellas sólo obedecen a los distintos momentos en que fueron introducidas en castellano.

[16] Nótese que la palabra azafata –que originalmente significaba «criada de la reina, a quien servía los vestidos y alhajas que se había de poner y los recogía cuando se los quitaba» (DRAE) y se usó por las compañías aéreas por su función eufemística de elevar la dignidad de una profesión, lo que no se habría conseguido con el uso de los términos ‘camarera’ o ‘moza’ (Lázaro Carreter, 1997: 590-593)–, ha dejado parcialmente de ejercer esa función desde que se usa como sustitutivo eufemístico de ‘ramera’, especialmente en los anuncios eróticos de los periódicos.

[17] Nótese cómo los usos de doctor y doctora son algo distintos. Los hablantes españoles usan doctor cuando hablan directamente con el médico o se refieren a él en contextos sanitarios, pero no cuando hablan entre sí. Por el contrario, dado el marcado cariz cacofónico que tiene la palabra médica, los hablantes prefieren utilizar doctora cuando se refieren a una mujer médico. De modo que, cuando están esperando en la cola del médico del seguro, como suele ser tan habitual por otra parte, preguntarán, según sea el caso, “¿Ha llegado ya el médico” o “¿Ha llegado ya la doctora?”.

[18] A veces el sustituto eufemístico al que se recurre para evitar la evocación penosa que conlleva el término vitando produce efectos casi humorísticos. La jerga médica y/o paramédica está plagada de este tipo de eufemismos. Véase, a título de ejemplo, el siguiente caso: «From the department of tasteless euphemisms. Reader Aidan Merritt used to work for an organisation that tabulates medical statistics. Its reports invariably replaced the unfriendly word ‘deaths’ by ‘unscheduled bed vacancies’.» (New Scientist, cubierta posterior, noviembre de 2003, p. 84). Agradezco a mi amiga Brigitte Nerlich el haberme comunicado este sabroso ejemplo.

[19] A veces los excesos del lenguaje políticamente correcto pueden llegar a extremos insospechados. A este respecto quiero recordar que la Asociación Sociológica Británica, rizando el rizo de lo políticamente correcto, ha recomendado que no se use el adjetivo seminal y que, en su lugar, se usen adjetivos tales como classical o formative (Chamizo Domínguez y Nerlich, 2002). Parece ser que alguien ha descubierto de nuevo el Mediterráneo y, al haberse enterado que seminal procede etimológicamente de semen, ha decidido declarar al adjetivo en cuestión una palabra políticamente incorrecta. Pero, además, el caso es más grave si cabe, dado que es harto dudoso que los otros adjetivos que se proponen como sinónimos, funcionen como tales en cualesquiera contextos.

[20] Además de basarse en las diversas figuras del lenguaje, un eufemismo puede ser también el resultante de otros muchos mecanismos lingüísticos. Así, por ejemplo, las formas latinas mecum, tecum o vobiscum fueron acuñadas por analogía con nobiscum, que, a su vez, se acuñó para evitar los efectos disfemísticos que podía tener la forma cum nobis, ya que esta última forma sonaba para un hablante latino de forma muy parecida a cunnus bis (ver Nerlich y Chamizo Domínguez, 1999: 93).

[21] Nótese que el DRAE da como primera acepción de chocho «altramuz» y como segunda acepción «confite, peladilla o cualquier dulce pequeño» mientras que la acepción de «vulva» sólo aparece en tercer lugar, con la especificación de que es un uso «vulgar», pero sin hacer referencia a su origen metafórico.

[22] Dado que últimamente que los modelos que lucen las modelos en los desfiles de moda estén bastante escasas de tela, uno no sabría bien si considerar la expresión vestir a la mujer, tan cara en los ámbitos de la moda, como literal, irónica o eufemística.

[23] El OED aclara lo siguiente al respecto: «The food ready for eating served on or contained in a dish; a distinct article or variety of food. transf. and fig.: spec., an attractive person, esp. a woman (now only in informal use).»

[24] Muchas veces las connotaciones disfemísticas que puede adquirir una determinada palabra hace que su traducción literal sea sumamente problemática. Así, por ejemplo, la palabra vasca lehendakari no suele ser traducida al castellano por su equivalente exacto, que no es otro que ‘caudillo’. Por el contrario, los textos oficiales en inglés que publica el Gobierno Autónomo Vasco suelen traducir esa palabra por leader. Es obvio que, dado el carácter disfemístico que la palabra caudillo ha adquirido en castellano, ningún político quiera ser caudillo, aunque todos están deseando ser líderes y, más aún, si son leaders.

[25] Para un excelente estudio de las unidades fraseológicas y su uso ad hoc, ver Naciscione (2001).

Pedro J. Chamizo Domínguez
Universidad de Málaga
25 de agosto de 2004

[Fuente: Pedro J. Chamizo Domínguez. "La función social y cognitiva del eufemismo y del disfemismo." Panacea 5 (2004): 45-51. Versión autorizada para Proyecto Ensayo Hispánico.]

 

© José Luis Gómez-Martínez
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