Introducción a
la poesía
Se cuenta que una vez, al
finalizar uno de sus conciertos, le preguntaron a Louis Armstrong
“¿qué es jazz?” Su respuesta (“Man, if you gotta ask, you’ll never
know”), puede servirnos también para la poesía. Y, sin embargo, en
esta introducción a la poesía buscamos, además de “sentir” un poema,
analizar ese “sentir un poema”.
En el estudio
introductorio a
los géneros
literarios, distinguíamos cuatro objetivos fundamentales en el
acto de comunicación, que son también el origen de los géneros
literarios: personal (poesía lírica),
mimético (narrativa),
dramático (teatro)
y persuasivo (ensayo).
En este curso de introducción a la literatura seguimos también esta
estructura. No obstante, debemos recordar que la poesía lírica es
sólo una de las manifestaciones de la poesía; es sin duda la más
importante, pero no la única. En sus comienzos, la poesía fue
también el medio preferido por los autores para articular la
narrativa (poesía épica, leyendas, etc.) y el teatro (la comedia del
Siglo de Oro español). En este sentido la poesía es también el más
inclusivo de los géneros literarios. Para los objetivos de nuestro
curso, vamos a estudiar la poesía primordialmente a través de su
expresión lírica, ya que los recursos retóricos propios de la poesía
son los mismos en todas sus expresiones. También incluimos una “Guía
para una lectura crítica de la poesía” y, como ejemplo,
una
propuesta de análisis de un poema de
Julián del Casal, “Prometeo”.
1. ¿Si la poesía ha
servido para articular lo personal, lo mimético, lo
dramático y lo persuasivo, cómo podemos diferenciarla de
los demás géneros literarios?
De un modo muy general (y
superficial) podemos decir que la poesía está escrita en verso. Es
verdad que la percepción visual de la forma es lo primero que
identificamos, y que muchas veces con sólo este dato clasificamos un
escrito de poesía. También es cierto que con el transcurso del
tiempo se han modificado considerablemente las reglas estrictas que
en un momento caracterizaban la poesía. Todo esto ha causado que los
críticos se resistan a definir la poesía, incluso con definiciones
generales. Tampoco nosotros vamos a definir qué es poesía; sin
embargo, sí que podemos señalar que entre todas las transformaciones
que ha sufrido la poesía, hay un elemento que se ha mantenido
constante:
el ritmo.
2. Entonces, ¿podemos
decir que el ritmo es el elemento esencial de la poesía?
Sí, en efecto, el ritmo es
esencial en la poesía. Incluso podríamos decir, como primera
aproximación a la poesía, que se trata de una composición rítmica de
palabras. Lo fónico (el sonido) es central a la poesía, que busca,
con más precisión que los demás géneros literarios, fundir sonido y
sentido.
3. ¿Cómo debemos leer
un poema?
No existe un modo de leer poemas, y
el hábito y el placer de la lectura de poemas se adquieren a través
de la lectura misma. Pero sí hay algunas consideraciones generales
que conviene tener en cuenta:
- Lectura lenta y repetida: Un poema no se lee como un periódico o
una novela. Requiere una lectura lenta que asuma el ritmo y que
llegue a las ideas a través del sentimiento, de la emoción.
- Reducir el poema a un concepto es negarse a sentir el poema: un
poema no es bueno por lo que dice, sino por su arte en cómo lo
dice.
- Debemos pronunciar las palabras, los versos, aunque sea sólo en
nuestra mente: lo fónico es esencial al poema.
- Pero también debemos leer el poema con los ojos de nuestra mente.
Con mucha frecuencia la emoción o sentimiento que comunica el
poema se construye en torno a una idea.
- La lectura de un poema es una aventura personal: unos necesitan
comprender la idea para sentir el poema, otros llegan a la idea
a través del sentimiento.
4. ¿Si la lectura de un
poema es una aventura personal, de qué modo puede ayudarnos esta
introducción?
Es cierto que llegamos al concepto
de qué es poesía mediante la lectura de poemas y la reflexión sobre
la naturaleza del poema desde la perspectiva del
autor, del
texto mismo y del
lector. Pero, para que nuestra
reflexión sea más fructífera, es necesario estar en posesión de
ciertas herramientas (recursos retóricos), que nos permitan
aproximarnos a la poesía de un modo metódico. En términos generales
podemos clasificar estas herramientas o recursos en cuatro
categorías: aquellas que se refieren a la forma (versificación), al
sonido (lo fónico), a la gramática (lo gramatical) y al léxico.
Aunque para los objetivos de este estudio introductorio agrupamos
los recursos retóricos en cuatro categorías, en la construcción del
poema están todas ellas íntimamente relacionadas.

5. Entonces, ¿para
poder leer poesía necesitamos conocer dichas herramientas o recursos
retóricos?
Por supuesto que no. Pero este curso
de introducción a la literatura desea cubrir dos dimensiones
distintas, aun cuando relacionadas: A) apreciación de la literatura
y B) introducción a su análisis académico. Según lo primero, leer
poesía es sentir el poema. Según la segunda dimensión, necesitamos
intentar explicar cómo se produce ese “sentir” y cuál es su
significado cultural, para lo cual es necesario estar en posesión de
los recursos retóricos que emplea el poeta en la construcción del
poema.

6. ¿Qué entendemos por
versificación?
Bajo el término de versificación
agrupamos los recursos retóricos que se asocian con el aspecto
formal del poema. La unidad visual es el
verso. Pero el verso
mismo es un compuesto de otra unidad más simple que depende de su
valor fónico. En el idioma español esta unidad es la
sílaba (gramatical
o
poética). De este modo asignamos a los versos distintos nombres
según el número de sílabas que tienen. En español predominan los
versos de ocho sílabas (octosílabos) y de once sílabas (endecasílabos);
también son frecuentes los versos de siete sílabas (heptasílabos)
y los de catorce sílabas (alejandrinos). Los versos que
tienen más de ocho sílabas los llamamos
versos de arte mayor.
Si tienen ocho sílabas o menos se llaman
versos de arte menor.
También es importante el modo cómo se ordenan los versos dentro de
un poema. Tradicionalmente los versos se ordenan en grupos que
denominamos estrofas. Las estrofas pueden ser muy variadas,
desde las estrofas de dos versos que denominamos
pareados, a
las
décimas o estrofas de diez versos. En español son
populares las estrofas de tres versos de arte mayor,
tercetos,
y de cuatro versos de arte menor,
redondillas, o de arte
mayor,
cuartetos. En el Siglo de Oro fueron muy populares las
octavas reales, estrofas de ocho versos endecasílabos, y la
lira, una estrofa de cinco versos. Hay también
composiciones estróficas como el
soneto, que consta de un
número preciso de estrofas: catorce versos agrupados en dos
cuartetos y dos tercetos. Hoy día es muy popular el
verso libre
y en español siempre lo han sido composiciones no estróficas como
el romance y
la silva que constan de un número indefinido
de versos sin agrupación estrófica. En páginas aparte se explican
cada uno de estos términos con abundantes ejemplos y con referencias
a los textos que se incluyen en la antología.

7. En el contexto de la
forma, de la versificación, es fácil establecer la relación de lo
que se ve y el nombre que le asigna la retórica; también comprendo
que el ritmo es fundamental en la poesía, pero ¿cómo establecemos la
relación entre el sonido y el significado de las palabras?
Desde el comienzo de esta
introducción hemos puesto énfasis
en la íntima relación entre lo fónico
(sonido) y lo semántico (el sentido de las palabras). Los versos se
miden, es verdad, por sílabas, pero éstas establecen
valores
rítmicos entre las sílabas tónicas (acentuadas) y las
sílabas átonas (no acentuadas). El poeta, además, modifica el
valor de las sílabas, según principios fónicos, que no siempre
corresponde al que se establece en la gramática; es decir, crea o
reduce sílabas a través de recursos retóricos muy precisos: la unión
de dos o más sílabas cuando la última sílaba de una palabra termina
en vocal y la siguiente comienza con vocal (la sinalefa), o
el fenómeno opuesto que significa no unir dichas sílabas cuando en
la pronunciación normal se unirían (el hiato); esta licencia
poética puede ocurrir dentro de una palabra, cuando unimos en una
sílaba dos vocales que según la gramática formarían sílabas
diferentes (la sinéresis), o cuando separamos dos vocales que
normalmente forman una sola sílaba (la diéresis). De este
modo, el sonido de las palabras o de las letras adquiere un valor
medular que se determina por su colocación y su repetición; así
la anáfora (repetición de una palabra) o
la aliteración (repetición
de letras) o el sonido imitativo de
la onomatopeya. El ritmo
se consigue principalmente a través del
acento al final del
verso y el acento rítmico en lugares precisos de un verso.
Por ello es tan importante el lugar donde el poeta coloca las
palabras y la función del
hipérbaton. El recurso fónico más
evidente en la poesía tradicional es
la rima (repetición de
las últimas letras de un verso). La rima puede ser
asonante (repetición
de las vocales a partir de la última vocal acentuada) o
consonante (repetición de todas las letras a partir de la última
vocal acentuada). Estos dos modos de rima dan luego lugar a muy
variadas combinaciones:
rima gemela, rima cruzada,
rima encadenada, rima abrazada, rima interna, etc.

8. En el apartado
anterior dedicado a los recursos fónicos se anota el hipérbaton,
¿qué relación tiene el orden de las palabras con el ritmo?
Por razones didácticas hemos
agrupado los recursos retóricos en cuatro categorías, pero en la
realidad del poema todos estos elementos están tan íntimamente
relacionados que no es posible separarlos. El
hipérbaton y el
encabalgamiento son buenos ejemplos de la necesidad de
relacionar los recursos retóricos de las cuatro categorías. El
hipérbaton consiste en la alteración del orden normal de las
palabras en una frase. En un buen poema, la alteración del orden de
las palabras se relaciona con la posición rítmica que éstas van a
ocupar en el verso y afecta tanto al énfasis que colocamos en las
palabras, como a fundir lo fónico (sonido, ritmo) con lo semántico (significado
de las palabras). El encabalgamiento afecta igualmente el ritmo y
unidad del verso al forzar su unión al verso siguiente para poder
completar el significado. Aunque estos dos recursos son los más
propios de la poesía, el poeta cuenta con otros recursos que alteran
también el fluir del verso, como puede ser la eliminación de
conjunciones (asíndeton) o añadir más conjunciones de las
necesarias (polisíndeton). El poeta, en realidad, construye
su propio orden morfológico al añadir, restringir o eliminar
verbos, adjetivos, adverbios o nombres y especialmente con el uso
del
epíteto.

9. En la lectura de
poesías siempre he tratado de buscar la idea central del poema. En
esta introducción, sin embargo, no se discute el contenido. ¿No es
importante el contenido de un poema?
Por supuesto que es importante. Pero
debemos recordar que un poema no se construye con conceptos, se
construye con palabras. Es decir, es más importante cómo se articula
un concepto que el concepto mismo.
10. Todos los textos se
construyen con palabras, ¿en qué se diferencia el poema?
Es cierto que todos los textos se
construyen con palabras. También es cierto que la división de los
textos literarios en géneros es algo arbitrario y, sin embargo, es
algo muy útil desde un punto de vista didáctico. El agrupar los
textos literarios en cuatro géneros, nos permite también concentrar
nuestro análisis de los recursos retóricos, en aquellos textos que
de modo más obvio representan una característica.
11. ¿Es esa la razón
por la que estudiamos ahora los recursos retóricos asociados con el
léxico?
Así es, en efecto. Todos los
recursos que se mencionan en el esquema anterior sobre
el léxico, los podemos encontrar en un ensayo, en un cuento o en una
obra de teatro. Los estudiamos en conexión con la poesía por su
importancia en la gestación de un poema. Recordemos, además, que hay
diferencias básicas entre los géneros. Por ejemplo, si en el
ensayo se busca la comprensión lógica de un concepto, en la
poesía es más común que el poeta trate que se sienta el concepto;
por ello, como señalamos antes, es más importante cómo se articula
un concepto que el concepto mismo. En este sentido, en poesía se
hace uso con más profusión de las
figuras del lenguaje (modificación
el uso
denotativo corriente de las palabras), así el uso de
la
metáfora y de la
alegoría, de la
metonimia,
de la
sinécdoque, de la
prosopopeya, de la
parábola,
de la
paradoja, del
símil. Es decir, en poesía
adquiere especial relevancia el valor
connotativo de las
palabras. Como señalamos anteriormente, es la acumulación de estos
recursos en la poesía lo que justifica que se estudien también en el
contexto del poema.
(Gómez-Martínez)
Proyecto Ensayo Hispánico
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