José Martí
 
 
3. La cuenta pendiente de la filosofía latinoamericana con José Martí: Observación preliminar

Quiero comenzar estas breves reflexiones –que concibo como apuntes provisionales para un desarrollo más sistemático y completo del tema –con unas palabras aclaratorias sobre los presupuestos básicos que las motivan y que condicionan su precomprensión del tema haciendo precisamente que éste sea tratado justo de la manera en que aquí se propone, y no de otra.

El primero de dichos presupuestos tiene ver, evidentemente, con la apreciación de José Martí como un autor cuya obra debiera ser una referencia obligada para la historia y el desarrollo de la filosofía en América Latina.

Y quiero aclarar expresamente que con esta apreciación de la obra martiana que me sirve aquí de punto de partida, reclamo más que lo que puede dar de sí la simple demanda de hacer de Martí un objeto de estudio para los filósofos profesionales del continente americano. Pues con ella me refiero más bien al reconocimiento de la obra de José Martí como una obra que ha hecho filosofía en América Latina y que, por eso mismo, debe ser incorporada a la historia de la filosofía de nuestros países en calidad de una de las grandes tradiciones que en ella han logrado cuajar y que, como toda gran tradición original, nos ofrece todavía perspectivas de reflexión innovadora. Dicho en breve: Mi apreciación reclama a Martí para la filosofía en América Latina, pero no como un simple tema de estudio sino como una de sus tradiciones fundantes.

El segundo presupuesto está relacionado con lo que entiendo por "filosofía latinoamericana"; y quiero explicitar ésta mi comprensión para dejar claro de entrada qué filosofía es la que está principalmente en deuda en América Latina con José Martí. Hasta ahora he hablado de filosofía en América Latina en general; pero aquí parto del supuesto de que en América Latina, a más tardar desde el planteamiento programático del argentino Juan Bautista Alberdi (8), se ha venido consolidando una tradición propia de pensamiento filosófico que bien se puede sintetizar en el título "filosofía latinoamericana"; y que, para mí, representa una de las formas determinadas en las que se concretiza la expresión general, y un tanto neutral, de filosofía en América Latina.

Doy por supuesto, pues, la existencia de una "filosofía latinoamericana"; y entiendo por ésta aquella forma de la filosofía en América Latina que se destacaría precisamente por la característica de promover una reflexión filosófica contextualizada e inculturalizada en la realidad histórico-cultural de los países latinoamericanos. Se trata entonces de aquella filosofía que, al menos en la perspectiva de su autopercepción, se define y desarrolla conscientemente como filosofía que se hace desde y para América Latina, sin renunciar por otra parte a la formulación de contenidos universalizables.

Baste esa breve caracterización para precisar mi segundo presupuesto: Por su mismo programa debe la "filosofía latinoamericana" esforzarse por revisar sus fuentes de reflexión y encontrar en las tradiciones culturales latinoamericanas las referencias rectoras para su propio desarrollo. Y no se puede negar que en cierta forma la "filosofía latinoamericana" cumple con este empeño (9). Pero acaso por esto mismo resulta para mí tanto más notoria la ausencia de José Martí en el desarrollo de la "filosofía latinoamericana"; esto es, que no se haya descubierto su obra como una de las grandes tradiciones de esa filosofía. O sea que Martí no es sólo ignorado por los historiadores de la filosofía (sin más) en América Latina (10), sino también –y esto es justo lo escandaloso– por la misma "filosofía latinoamericana" (11). Por esto hablo aquí de la deuda pendiente de la "filosofía latinoamericana" –en este sentido estricto– con José Martí.

A la luz de estos dos presupuestos abordo el tema tratando de poner en claro especialmente las razones de mi valoración de la obra martiana, es decir, tratando de mostrar porqué Martí es una tradición fundante de la "filosofía latinoamericana" y cómo podría la "filosofía latinoamericana" saldar su deuda con él. Estos serán los dos puntos siguientes del trabajo.

Notas

(8) Cfr. Juan Bautista Alberdi, Ideas para un curso de filosofía contemporánea, México 1978; y Raúl Fornet-Betancourt, „Juan B. Alberdi (1810-1884) y la cuestión de la filosofía latinoamericana", en Cuadernos Salmantinos de Filosofía XII (1985) 317-333.
(9) Citemos aquí a título de caso ilustrador ejemplar la obra de Leopoldo Zea con libros tales como: América en la historia, Madrid 1957; Dependencia y liberación en la cultura latinoamericana, México 1974; Filosofía y cultura latinoamericanas, Caracas 1976; Filosofía de la historia americana, México 1978; y Fuentes de la cultura americana (Antología), 3 tomos, México 1993.
(10) De nuevo a título de ejemplo citemos a: Ramón Insúa, Historia de la filosofía en Hispanoamérica, Guayaquil 1945; Manfredo Kempf, Historia de la filosofía en Latino-américa, Santiago de Chile 1958; y Medardo Vitier, La filosofía en Cuba, México 1948.
(11) Puede consultarse por ejemplo: Universidad de Santo Tomás (ed.), II Congreso Internacional de Filosofía Latinoamericana, Bogotá 1983; y Ponencias al III Congreso de Filosofía Latinoamericana, Bogotá 1985. Esto vale también para la filosofía de la liberación latinoamericana. Cfr. Enrique Dussel, Historia de la filosofía y filosofía de la liberación, Bogotá 1994.

Raúl Fornet-Betancourt
Aachen, Alemania

 
© José Luis Gómez-Martínez
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