Rosario Ferré |
"La palabra,
según Rosario Ferré" Nace. Brota.
Crece. Florece. Desarrolla. Observa. Esposa. Conoce. Suzanne S. Hintz Rosario
Ferré novelista, poeta, cuentista, ensayista y crítica literaria promulga
una teoría literaria que rechaza los cánones de la crítica literaria femenina de los
años 70 y que practica el proselitismo a la vuelta de una perspectiva andrógina, la cual
no mide la calidad literaria según el sexo del autor sino según el valor intrínseco del
texto dentro del cuerpo literario en general. Su teoría literaria, propuesta en parte en
varios ensayos suyos publicados de 1980 hasta 1991, subvierte la manera en que pensamos
los críticos de la marginación de la literatura feminista, centra la literatura
feminista como otras obras de alteridad, y define los elementos calificativos de la buena
literatura feminista como extensión de la buena literatura. A veces su método de
acercarse a la crítica literaria parece radical en el mundo de la crítica norteamericana
y por lo tanto varios críticos masculinos y femeninos rehusan su punto de vista sólo por
ser diferente y por no ser separatista. Ferré propone una perspectiva abierta de la
crítica literaria, la cual encarna una visión posmoderna a la interpretación y
análisis de la literatura en general. |
Nace Rosario Ferré en Ponce, Puerto Rico, en 1938, hija de doña Lorenza
Ramírez de Arrellano y el industrialista Luis A. Ferré Aguayo. Recibió su licenciatura
en inglés y francés de Manhattanville College, una universidad privada del estado de
Nueva York. Luego ganó su maestría en literatura latinoamericana por la Universidad de
Puerto Rico, recinto Río Piedras, y finalmente defendió su tesis doctoral entitulada
"La filiación romántica de los cuentos de Julio Cortázar" en la Universidad
de Maryland, recinto College Park. Ferré madura en el seno de una familia privilegiada
aunque no rica; ella y su hermano estudiaron en escuelas privadas y sus padres mandaron a
los dos a universidades estadounidenses para que sus hijos aprendieran a hablar inglés
como nativos. Al terminar su licenciatura, Ferré se casó con su primer esposo, el
comerciante Benigno Trigo González, pero se divorciaron después de más de una década
de matrimonio; es madre de tres hijos de esta unión: Rosario Lorenza, Benigno y Luis
Alfredo. Durante la época que estudiaba en el Departamento de Estudios Hispánicos de la
Universidad de Puerto Rico, conoció al segundo esposo, el eminente profesor de literatura
latinoamericana y autor mexicano José Aguilar Mora. El segundo casamiento también
terminó en divorcio después de sólo unos años. En esta época Ferré estudiaba en la
Universidad de Maryland y vivía en la capital estadounidense. Es allí donde encontró su
autoidentidad, como crítica literaria, como cuentista y como mujer, y conoció al tercer
marido, el premiado arquitecto puertorriqueño Agustín Costa Quintano. Ferré volvió a
vivir en la isla con Costa Quintano donde reside hoy día y participa activamente en
varias actividades artísticas, profesionales y sociales. En 1970 Rosario Ferré escribió su primer cuento y desde aquel año ha llegado a ser una de las escritoras puertorriqueñas más prolíficas y la más importante dentro del campo literario latinoamericano de finales del siglo XX. Crea en varios géneros literarios el cuento, la novela, la poesía y el ensayo y siempre escribe de su Puerto Rico amado. Es puertorriqueña desde el fondo de su corazón y de su alma. Mientras estudiaba la maestría en la Universidad de Puerto Rico, en 1972, se reunió con varios compañeros universitarios para fundar una revista literaria estudiantil, Zona Carga y Descarga. Zona sirvió como vehículo de difusión para los jóvenes estudiantes como Ferré y sus amigos, que querían publicar pero que sin previo reconocimiento, no se les incluía en las revistas literarias puertorriqueñas. Además de publicar a autores nuevos, Zona llegó a ser un órgano público para predicar reforma social y política independentista. Con Zona los editores y redactores iban a corregir todo lo malo de la generación previa. La política editorial de la revista era heterográfica y en cada número sus lectores encontraban varios mensajes sociales y políticos. Los redactores mismos buscaron lo que llamaban una presentación anárquica y para crear este espacio de apariencia caótica, emplearon la forma artística del collage para presentar la obra desde dentro. Es la primera manifestación del posmodernismo puertorriqueño saliendo de la generación de los 70. Las ideas anticonformistas de Ferré sobre la sociedad y política puertorriqueñas son los temas de su primera colección de cuentos Papeles de Pandora, publicada en 1976, y a la que añade el cuento "La casa invisible" en la edición de 1979. Ferré creó todos los cuentos publicados en Papeles de Pandora para llenar el espacio blanco de Zona Carga y Descarga. Tantos lectores han comprado esta colección que hoy día está en su tercera edición. En 1977, Ferré publicó su primer libro de cuentos infantiles, El medio pollito, y en 1981 dos más, Los cuentos de Juan Bobo y La mona que le pisaron la cola. Por fin Ferré juntó todos los cuentos para niños en un tomo, publicado en 1989, llamado Sonatinas. Enfoca Ferré los mismos temas en sus cuentos infantiles que en sus cuentos para adultos: problemas de reformas sociales y políticas. Al principio dijo Ferré que sólo podía crear prosa corta en forma de cuentos pero pronto experimentó con la narrativa más larga y sale su Maldito amor (1987, 1990, 1992). Varios críticos se refieren a Maldito amor como novela; otros como cuento largo; Ferré lo llama novela corta. Sin embargo ha llegado a ser con su Papeles de Pandora una de las obras más populares y conocidas de Ferré. En 1993 apareció La batalla de las vírgenes, una novela-estudio religioso interesantísimo del culto católico puertorriqueño, una obra malamente recibida por los críticos literarios puertorriqueños, pero una obra intrínsicamente importante a la totalidad de la obra ferreana. Después de más de veinte años publicando literatura en lengua española y sin ganar un real, Ferré encontró éxito ecónomico cuando la casa editorial neoyorquina Farrar Strauss y Giroux publicó su primera novela en inglés The House on the Lagoon [La casa de la laguna] (1995) y a la vez la nominaron para el premio literario prestigioso estadounidense del Libro Nacional. Nuevas ediciones de las traducciones Sweet Diamond Dust [Maldito amor] y The Youngest Doll [Papeles de Pandora] siguieron House on the Lagoon, y la última novela ferreana en inglés, Eccentric Neighborhoods [Vecindarios excéntricos] (1998) revisita unos cuentos autobiográficos de Ferré que publicó en el periódico El nuevo día, de San Juan, Puerto Rico, al principio de los años 90. Ferré escribe también crítica literaria para revistas y periódicos puertorriqueños y de vez en cuando para publicaciones estadounidenses. En 1981 publicó su primera colección de ensayos literarios llamada Sitio a Eros, un libro que fomenta los mismos temas políticos y sociales que su narrativa temprana. El ensayo más conocido de la colección de Sitio a Eros se titula "La cocina de la escritura"; en él Ferré presenta el paralelismo entre el acto de escribir de crear la palabra en la página blanca con el acto de guisar, de crear la receta en el plato vacío. Dice Ferré que hay que tener buenos ingredientes (buenas palabras), mezclarlos bien (colocarlas en el mejor orden para su sentido predilecto), y meterlos en un fuego bien caliente (interponer pasión entre las palabras) para que salga buen guiso (buena literatura). Otras colecciones de ensayos ferreanos son El coloquio de las perras (1990, 1992), una parodia de la novela ejemplar cervantina; Las dos Venecias (1990); y El árbol y la sombra (1989,1992). Además publicó su tesis de maestría como El acomodador: Una lectura fantástica de Felisberto Hernández (1986), y su tesis doctoral como Cortázar, el romántico en su observatorio (1990). Rosario Ferré verdaderamente promulga una crítica literaria posmodernista para el siglo XXI. Abraza los conceptos de pluralidad, unidad fragmentada, equilibrio entre el pasado y el presente, humanismo, intertextualidad y ambigüedad en su propia obra literaria; su pericia con el doble irónico es una nota distintiva de su obra. Pero, lo más importante es el hecho de que conoce de primera mano la marginalidad de la literatura feminista porque desde 1970, cuando empieza a publicar su obra literaria, Ferré siente el rechazo y el desprecio de los críticos puertorriqueños, primeramente masculinos, que desvaloran su narrativa. La llaman anarquista, pornográfica y traidora a su clase social por lo que publicaba en su revista Zona y por su primer libro Papeles de Pandora. Ferré sufre su propia existencia ignominiosa durante los primeros años marginada por los miembros del selectivo club literario de Puerto Rico. Empieza a luchar, como hacían las escritoras francesas, inglesas y estadounidenses, para obtener reconocimiento del valor de su obra creativa independiente del sexo de su creadora. Ferré es estudiante del movimiento feminista y sigue las advertencias de sus modelos como Virginia Woolf y Simone de Beauvoir en cuanto asume las filosofías europeas en la suya. Ferré mira hacia el pasado para buscar el modelo del futuro. En 1980 publica su ensayo más citado, "La cocina de la escritura", y en él describe su propio proceso de escribir paralelo a la sabiduría de ser buena cocinera. En este ensayo habla de la importancia de la temática del texto y explica su filosofía de la diferencia entre la escritura femenina y masculina. Siguiendo la teoría de Julia Kristeva propone que la única diferencia entre la literatura femenina y masculina es el tema que desarrolla. Dice Ferré que la escritura viene de la experiencia, y la experiencia diaria femenina en aquel tiempo, al principio de los 80, era muy distinta de la experiencia masculina. Contradice Ferré las teorías de Hélène Cixous y Luce Irigaray que abogan lenguajes distintos: femenino y masculino. Ferré cree que el diccionario no distingue entre palabras masculinas y femeninas. El creador de la escritura escoge las palabras según la temática que presenta y prueba su teoría en la subversión del lenguaje logocéntrico de la Sagrada Biblia. Emplea la intertextualidad de Kristeva y la parodia del lenguaje bíblico para sostener su punto de vista sobre el empleo del lenguaje en la literatura, dos fenómenos posmodernos. El resultado de la tesis ferreana está en la última oración irónica del ensayo: "el secreto de la escritura, como el de la buena cocina, no tiene absolutamente nada que ver con el sexo, sino con la sabiduría con que se combinan los ingredientes" (Sitio 33). Ahora estamos al final de la década de los 90; han pasado unos treinta años desde que el movimiento feminista empezara su marcha contra los cánones literarios patriarcales y el olvido de las escritoras femeninas. En el mundo literario tenemos autores y autoras que son reconocidos, pero el camino femenino hacia el reconocimiento literario no ha sido sin obstáculos. Las escritoras han tenido que luchar contra el crítico masculino para tener la oportunidad de ser oída, de ser leída y de viajar de la margen hacia el centro del mundo literario. ¡Ojalá que conozcamos hoy en día a escritoras nuevas contemporáneas que rellenan los papeles blancos con sus propios pensamientos femeninos! ¡Ojalá que sigamos descubriendo a escritoras antiguamente olvidadas que nos han dejado un legado rico femenino en el mundo literario! Aunque todavía falta mucho por descubrir y reconocer de la literatura femenina, Ferré piensa que ha llegado ya el momento de cambio en el mundo de la crítica feminista y la crítica literaria en general en Latinoamérica. Cree que debemos reexaminar y redefinir la crítica feminista y propone sus ideas en el ensayo "El coloquio de las perras", del libro del mismo título. Desde que Ferré empezó a escribir en 1970, ha querido fomentar la participación de mujeres en el campo literario y siendo escritora, ella misma conoce las dificultades que las escritoras encuentran en el terreno de las casas editoriales, de la crítica literaria, y del gusto del público en general. Cada una representa un obstáculo y todo está exacerbado en Puerto Rico todavía más en Latinoamérica donde el papel social tradicional de la mujer es más rígidamente definido que en otras sociedades del Occidente. Puerto Rico es parte de los Estados Unidos, y aunque las mujeres han logrado llegar a un nivel más alto dentro de la sociedad, su cultura latina sigue dominando las relaciones entre las mujeres y los hombres. Las puertorriqueñas tienen libertad política pero no tienen tanta libertad social y cultural. A través de su revista literaria, Zona Carga y Descarga, a través de sus ensayos como encontramos en las colecciones Sitio a Eros, El árbol y su sombra y El coloquio de las perras, Ferré declara su propia teoría en relación a la literatura puertorriqueña y también a la literatura masculina y femenina en general. Habla con una voz autorizada y resonante en el campo de la crítica literaria feminista, mientras que lucha no solamente por mejorar el tratamiento que las escritoras reciben a manos de los críticos literarios masculinos sino también combate contra la segregación de la crítica literaria en territorios opuestos de crítica masculina y femenina. Quiere deshacer el separatismo creado por el ginocentrismo y el androcentrismo y buscar una utopía en la crítica literaria. En una entrevista publicada por Miguel Angel Zapata, Ferré explica el desarrollo de su propia filosofía de la literatura: ella se llama a sí misma "cuentista" en vez de "escritora" porque dice que cuentista tiene solamente una forma para hombres y mujeres mientras que escritora claramente refiere a una mujer. Ferré cree que existe un tratamiento desigual entre escritores y escritoras en el mundo literario en Puerto Rico y en Latinoamérica, y no quiere ser llamada con un referente específicamente femenino (Zapata 133-134). En otra entrevista publicada por Linda Gould Levine y Gloria Waldman, Ferré dice que cree que "tiene que haber una identificación absoluta entre la experiencia del personaje y la del escritor para que esto le sirva como punto de partida para luego poder escribir un cuento, una novela" (Gould Levine 192). Para una mujer esta experiencia delínea los temas empleados en su fabulación. "Somos nosotras las que gestamos los niños y los damos a luz, las que tenemos que cuidarlos y ocuparnos de su supervivencia" (Heinrich 99). Como es el papel natural de la mujer, sus experiencias personales vienen de adentro. Ferré no está de acuerdo con otros críticos literarios (hombres o mujeres) en lo tocante a las diferencias entre la escritura femenina y la escritura masculina. Gran parte de estos críticos creen que no hay similitudes entre las dos escrituras, que la literatura masculina y la literatura femenina pertenecen a distintos campos, y que deben ser analizados de distintas maneras. Ferré estudió las teorías de Cixous y de Irigary que han tenido influencia sobre sus ideas, pero Ferré muestra influencia significativa de Julia Kristeva en el sentido de que ni Kristeva ni Ferré cree en un lenguaje distinto y separado de los escritores masculinos. Dijo Ferré en 1982:
También cree Ferré que toda escritura es autobiográfica. En una conferencia a la Universidad de George Mason, Fairfax, Virginia, EEUU, en la primavera de 1990, dijo que aunque la escritura de primera persona es para ella muy difícil, desarrolla sus personajes conscientemente o subconscientemente según sus propios rasgos personales o según los rasgos de otra persona que conoce. La escritura debe venir de la experiencia del autor; así el acto de escribir siempre es autobiográfico porque las ideas vienen de las experiencias. Los personajes, los acontecimientos o los espacios no tienen que ser obviamente autobiográficos, pero las imágenes vienen de algún sitio dentro de la mente del autor. Desde 1980, Ferré publica varias colecciones de ensayos sobre la literatura en general y específicamente sobre la literatura feminista. Sus ideas vienen de varios autores que ha leído en su vida, autores como Virginia Woolf, Hélène Cixous, Julia Kristeva, Betty Friedan, y Sor Juana Inés de la Cruz. De los ensayos de Ferré nace su propia teoría de la crítica literaria, una mezcla de sus propias ideas y las sugerencias de otras feministas; su teoría incluye los puntos siguientes:
La teoría ferreana de la crítica literaria propone una crítica ciega al sexo, pero sensitiva a la calidad literaria. Representa una revolución en la crítica literaria latinoamericana tradicionalmente basada en el canon patriarcal. Demargina la literatura femenina sin marginar a su opuesta literatura masculina; las trata igual desde el centro del universo literario. Teniendo en cuenta que a Ferré no le gusta escribir ensayos técnicos, destinados sólo para especialistas, por ello suele crear sus ensayos con un hilo narrativo, así "El coloquio de las perras", un cuento didáctico que ensaya el tema de la crítica literaria e incorpora los puntos de su propia teoría. Este ensayo es una parodia de la novela ejemplar de Miguel de Cervantes El coloquio de los perros. Cervantes emplea la narrativa mimética para crear un diálogo entre sus dos protagonistas caninos Cipión y Berganza en el cual discuten los problemas sociales y políticos de la España del siglo XVII, y por medio del discurso canino el autor relata sus propios pensamientos sobre las dificultades de su país. Ferré emplea el mismo estilo de narrar como parodia posmoderna y referencia intertextual a la grandeza cervantina del pasado, una conversación entre dos perras, para discutir las opiniones variadas que en realidad son las suyas o de amigas suyas, críticas literarias. Durante sus estudios doctorales Ferré tuvo la ocasión de releer la novela cervantina en la cual el ensayo ferreano se basa. Como no tenía tiempo en aquellos momentos para su propia creación, guardó la idea de subvertir el coloquio canino masculino a un coloquio femenino. La revisitó al final de los 80 y como ya había documentado su concepto de la subversión del lenguaje, de la palabra, para "atemperar el acero incandente" de su propia ira (Ferré Sitio 192), dio vuelta a la tortilla y creó un coloquio canino femenino que podría presentar sus propios pensamientos teóricos sobre un tema subversivo, sensacional y bien discutido en el mundo de hoy en día. "El coloquio" de Rosario Ferré es una combinación experta de narrativa mimética y diegética que presenta el tema de los embrollos de la literatura femenina latinoamericana y la crítica de esta literatura. A menudo Ferré escribe para amigos o parientes; pues, se dedica "El coloquio de las perras" a dos amigas suyas y compatriotas del campo de la crítica literaria, Ani Fernández y Jean Franco. Las protagonistas del coloquio ferreano son Fina y Franca y se nota que Ferré une la dedicatoria del ensayo a los nombres de las protagonistas. Fina es el anagrama de la primera letra de Fernández y las letras de su nombre empleados al contrario i, n, a; Franca es la forma femenina del apellido de Jean Franco. Los nombres mismos son símbolos de la caracterización de las protagonistas porque Fina se refiere a una perra casta de buena educación y Franca se refiere a su manera de hablar sin impedimento alguno. La inclusión de estos tropos retóricos fomenta más interés en el lector y una segunda lectura del ensayo mismo. Fina es perra de casta pura que anteriormente vivía en una casa de Ponce hasta que un día el cuchillero llegó a la casa y la engañó para que se marchara con él y luego la vendió como perra de crianza (símbolo de la mujer casada en la sociedad patriarcal). Durante los años siguientes Fina tiene una vida muy dura cambiándo de dueños varias veces hasta que un día se marcha determinada a no pertenecer jamás en la vida a ningún ser humano. Su mejor amiga es Franca, una perra mestiza que siempre ha tenido la misma dueña, una profesora joven de literatura latinoamericana (símbolo de una soltera independiente de la sociedad patriarcal). Las dos perras han tenido la oportunidad de leer varios libros sobre literatura latinoamericana y crítica literaria, y así están bien educadas para conversar inteligentemente sobre los dos temas. Las perras se reúnen para su coloquio en el Fuerte San Felipe del Morro en el viejo San Juan. Como los seres humanos que viven en el viejo San Juan, Fina y Franca se pasean en el fuerte para evitar el calor de la tarde urbana y para sentir el aire fresco caribeño. Mientras discuten sobre literatura latinoamericana, buscan su merienda en la basura del Kentucky Fried Chicken en el barrio viejo. Las perras participan en uno de los pasatiempos hispánicos más populares y tradicionales, la tertulia. El primer tópico de discusión entre las dos perras es la imagen falsa que los escritores latinoamericanos crean de las mujeres latinoamericanas. La pregunta debatida es: ¿Es posible que un perro latinoamericano pueda ladrar como una perra y viceversa? Fina cree que pocos escritores latinoamericanos pueden captar la verdadera imagen del personaje femenino en su narrativa y cita varios ejemplos de problemas. También cree que muchos escritores no hacen más que presentar a los personajes femeninos de una manera negativa, como José Lezama Lima, Juan Carlos Onetti y José Donoso, ya que crean a personajes femeninos de tipo negativo o limitado. Fina sí piensa que Jorge Luis Borges y Gabriel García Márquez, dos grandes posmodernistas latinoamericanos, presentan a las mujeres en un papel social positivo en el cual la mujer puede llevar a cabo lo mismo que un personaje masculino, y también profesa que algunas obras de Carlos Fuentes presentan a la mujer en un papel positivo. Franca juega el papel de adversario contrarrevolucionario en la conversación, mostrando a Fina que las escritoras no han desarrollado a los personajes masculinos en una manera diferente en sus propias obras, y cita a varias escritoras latinoamericanas que desarrollan a sus personajes como hombres tontos o flojos; entre ellas nombra a Isabel Allende, Angeles Mastreta, Elena Poniatowska, Luisa Valenzuela, Marta Lynch, Clarisse Lispector, Inés Arredondo y Rosario Castellaños que marginan a los hombres igual que los hombres marginan a las mujeres. Concluye Franca su discurso de adversario diciendo lo siguiente:
Sigue Franca contando el resultado de sus investigaciones en los campos de historia de la literatura y la crítica literaria, y nombra tres historias de la literatura latinoamericana y cinco textos de crítica literaria escritos por hombres y en los cuales solamente un veinticinco por ciento de los autores incluidos son mujeres. En varios textos el investigador no incluye a ninguna escritora. Fina está de acuerdo con Franca en que los críticos masculinos no miran hacia las escritoras y cita a una crítica femenina que publica una bibliografía en la cual se incluyen más de 5000 nombres de autores, todas mujeres. Franca vuelve al papel de intercesora y dice: "... no se trata de dividir la literatura en campos enemigos, haciendo de ella una Lisistrata en lugar de un arte universal. Nuestro fin ha de ser lograr que las antologías hechas por hombres, así como las hechas por mujeres, reconozcan a los artistas de ambos géneros (46)." Fina y Franca terminan su coloquio poniéndose de acuerdo ante el hecho de que los lectores de hoy en día despiertan interés en la literatura latinoamericana. El aumento de atención de los lectores a obras de escritoras requiere que los críticos presten atención a las mismas. No todos están de acuerdo cuando critican la calidad de la literatura femenina, pero el hecho de que se la discuta atestigua la realidad de que la literatura femenina latinoamericana tiene más importancia hoy que tenía ayer. Franca termina su coloquio con su amiga Fina exponiendo lo siguiente: "... la calle nos ha enseñado que hay que amar la libertad más que la propia vida y que por ello es necesario defender ante todo nuestro libre albedrío, el tuyo para contar lo que se te venga en gana y el mío para criticar lo que cuentes. Que cuando la literatura femenina se predica como un credo, lo que comienza como ideal termina inevitablemente en pócima para purgar fanáticos y exterminar lombrices" (59). Por medio de las voces caninas de Fina y Franca, Rosario Ferré profesa claramente su credo posmoderno según el cual los temas representan la única diferencia que hay entre la literatura masculina y la literatura femenina. Ferré busca el poder colectivo para las escritoras cuando nos cuenta didácticamente la historia de Fina y Franca. El estilo antropomorfológico nos presenta sus propias opiniones de cómo debe ser la crítica literaria de la literatura femenina; nos expone su propia teoría de la literatura feminista y su crítica. Con la parodia del ensayo cervantino Ferré muestra la importancia de la ironía en la escritura femenina para atemperar la ira que siente la mujer escritora. Incluye experiencias y datos autobiográficos para que el ensayo sea más interesante y divertido para el lector pero también para que el lector pueda entender la intertextualidad de las ideas ferreanas por parte de su estilo verista. Dice Ferré: "No hay un estilo de escritura femenina separada y distinta de la escritura masculina" (Gazarian Gautier 85). No hay por qué analizar la literatura femenina empleando una metodología distinta a aquella que usamos al analizar la literatura masculina. Las palabras que un escritor o una escritora puede escoger del diccionario son las mismas; la gramática que se usa para construir las oraciones es la misma. Las experiencias sí son distintas porque los autores, seres humanos, son distintos. Se pueden emplear las teorías variadas de análisis que documenta cualquier crítico pero no solamente para la literatura femenina; cualquiera de las teorías sirve para la literatura masculina también. Hay escrituras distintas a base de su estilo, su tema y su estructura, pero todas son parte de la misma unidad literaria. La misma idea sirve para los críticos; los hombres pueden criticar la literatura femenina tan bien como las mujeres pueden criticar la literatura masculina, pero lo que hace falta a todos los críticos, hombres o mujeres, es mantener una objetividad en la crítica que crean. El péndulo de la crítica literaria androcéntrica osciló a un extremo cuando únicamente se puso énfasis en la literatura masculina y a la vez se marginó la literatura femenina. Durante las décadas de los setenta y ochenta el péndulo osciló al extremo contrario a causa del movimiento feminista poniendo un énfasis extraordinario en la literatura femenina y tratando de marginar a la vez la literatura masculina. Cuando el péndulo llegue al punto medio de su arco, no habrá diferencia entre la crítica de la literatura masculina y la literatura femenina; solamente habrá una diferencia entre la literatura estéticamente superior y la inferior. Circunscribirá un centro más ancho del universo literario, uno que contendrá toda literatura. Rosario Ferré representa una vanguardia de la crítica latinoamericana del siglo veintiuno. Ella es una voz que estimula la unión del mundo literario en un expediente comunicativo más tolerante y ejemplar en vez de buscar la separación de la literatura latinoamericana y la literatura universal en dos entidades separadas solamente por el sexo del autor. Llegamos ya al final al término de la metamorfosis. Pero la metamorfosis ferreana no refiere al desarrollo de un ser humano puertorriqueño desde la simiente prenatal hasta la mujer madura en su año sexagésimo, sino a la desconstrucción del logocentrismo puertorriqueño latinoamericano-universal del Verbo patriarcal, y al rechazo de la idea de una escritura y vocabulario femeninos. Al fin y al cabo refiere a la reconstrucción del verbo gramatical, la palabra, la madre del lenguaje de todos - machos o hembras. Suzanne S. Hintz Obras Citadas
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© José Luis Gómez-Martínez Nota: Esta versión electrónica se provee únicamente con fines educativos. Cualquier reproducción destinada a otros fines, deberá obtener los permisos que en cada caso correspondan. |